El Mate y Yo: Una Costumbre Muy Mía


El mate y yo: una costumbre bien nuestra, vivida a mi manera

En mi casa siempre hubo mate.

Es algo tan cotidiano como salir a ver el cielo o regar la huerta.

Lo tomaban mis abuelos, lo toman mis padres… y lo tomo yo...

Desde chica, el mate ha estado presente en cada estación del año.

En las mañanas de invierno, calienta las manos.

En los días de verano, se ceba a la sombra, con el termo siempre cerca.

Y en todos los momentos simples de la vida: mientras se hace el pan, mientras se teje, mientras se escuchan historias.


Un poquito de historia

La yerba mate viene de hace muchísimo, los pueblos originarios del sur de América ya tomaban esta infusión.

Lo hacían con respeto, como algo que daba energía y los conectaba con la tierra.

Con los años, el mate se volvió parte de la vida diaria de miles de personas. 

En Uruguay, Argentina, Paraguay, en el sur de Brasil… está en todas partes.

En una ronda de amigos, en la cocina de una abuela, en el campo mientras uno descansa un rato.

Es más que una bebida. Es parte del día a día, del estar, del acompañar.


El mate, pero a mi manera

Y acá viene algo que a veces no se dice fácil:

a mí no me gusta compartir el mate.


No es por una razón en particular, ni porque me crea distinta.

Es simplemente una elección personal. Me siento más cómoda tomando mi mate sola.

Con mi propia bombilla. Y está bien así.


Respeto profundamente la tradición de pasarlo en ronda.

Sé que para muchos es símbolo de amistad, de unión, de confianza.

Y me encanta ver eso en los demás.

Pero en mi caso, disfruto del mate como un momento personal, íntimo, donde me acompaña el silencio, el canto de los pájaros o el sonido del campo.


Y lo tomo como más me gusta: con yuyos.

Cada vez diferentes. A veces menta, otras cedrón, peperina, carqueja o burrito.

Cada yuyo le da su sabor, su propósito, su energía.

Es como una pequeña tradición personal, sin formalidades, pero con mucho cariño.


Un momento de calma

Para mí, el mate es mucho más que una infusión.

Es compañía cuando estoy sola.

Es pausa cuando el día va rápido.

Es consuelo cuando algo no sale bien.

Y es alegría cuando todo fluye.


Mientras cebo, me conecto con el ahora.

Es un momento de calma en medio del ruido.

No hay apuro, no hay obligación.

Solo yo, el termo, la yerba… y lo que la vida me quiera contar ese día.


Todos tenemos nuestra forma

Tal vez vos también tomás el mate solo/a.

O quizás sos de los que no lo suelta ni para ir al almacén.

O capaz ni lo probaste, pero te da curiosidad.


Sea como sea, está bien.

No hay una única manera. Cada uno tiene su forma de vivirlo.

Y eso también es parte de lo lindo del mate: se adapta, se transforma, se acomoda a cada historia.


Gracias por estar acá.

Gracias por acompañarme, incluso si no tomamos del mismo mate.

Y si justo estás por cebarte uno… que no te falten los yuyitos ni el agua caliente 🌿

Vanessa 💚


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